Mi madre al igual que Luisa Gonzáles fue una mujer que tuvo a su hijo (yo) a muy temprana edad. Más o menos fue cuando terminó el colegio, yo he visto fotos antiguas de ella y pues era una manaba muy jovial y bella, de rostro redondo, cabello corto y rubio y con una mirada pícara. Creo que ahí empezó mi gusto por tener sexo con una madre soltera
Mi madre solía bañarme hasta creo que los 5 años, creo que se detuvo una vez que tuve una erección. Mi madre me enseñó a decirle al pene “pollito”. Recuerdo que se me había parado el pollito. A partir de ese día ya no nos bañamos juntos.
Conforme avanzaban los años yo fui teniendo una apariencia más masculina, espalda ancha, una leve barba y ese tipo de cosas que ustedes ya conocen, por otra parte, mi madre empezó a cambiar también, sus firmes pechos ahora se veían más grandes pero un poco más caídos, ya no tenía una pequeña cintura, pero su trasero había crecido mucho.
Una madura fiestera
Cuando ya había entrado a la universidad mi madre empezó a tener el mal hábito de salir todos los viernes a farras locales. Consideró que ya era un hombre responsable y que podía darse el lujo de tener un poco de diversión. Muchos hombres de mi edad habrían aprovechado la oportunidad para hacer locutas, yo no era ese tipo de persona, prefería pasar en casa chateando por Messenger con mis amigos de internet, viendo películas o jugando videojuegos.
Un viernes por la noche mi mamá llegó más pronto de lo que uno esperaría, llegó algo alcoholizada, no tanto como para considerarla ebria, pero si lo suficiente como para que se sienta un poco más desinhibida. Yo veía una película de TV a de un detective que protegía a la testigo de un crimen, en la película hubo algunas escenas subidas de tono, que debo aceptar me excitaron un poco. Mi madre se quitó sus tacones de punta de aguja, se sentó junto a mí y casi que podía sentir su leggin de cuero negro rozando mi piel. Yo me encontraba en modo previo a dormir, ya saben una camiseta blanca y unos shorts. Ella estaba todavía maquillada con su cabello planchado, un top de animal print y sus leggins de cuero.
La película terminaba con el detective resolviendo el crimen y de pronto cayeron los créditos.
-José. Dijo ella
-Qué. Pregunté yo, sin dejar de ver la pantalla.
-¿Alguna vez has besado a una chica? Ella preguntó
-Si. Respondí yo, regresando mi mirada a ella y asintiendo con mucha seguridad
Mi madre se quedó en silencio por unos minutos y volvió a mirar la TV. Yo estaba sorprendido por esa pregunta, pero no pensé que continuaría la serie de preguntas : ¿A cuántas? Preguntó sonriendo.
Me sentía un poco intimidado, pero no podía dejar de sonreír y respondí: Unas pocas
-Dime un número. Me dijo ella
-No te importa. Yo respondí, creo que me agarró un poco desprevenido por lo de la película.
-Vamos. Ella insistió. Han de ser feas, por eso no me cuentas.
-He besado a la vecina. Noté como ella puso una cara de asombro
-¿Y tú a cuántos chicos has besado?
-Yo a un montón, muchos más de lo que puedo recordar. Pero te diré algo, siempre un chico malo sabe besar muy bien, por eso todas nos vamos por los patanes malos hombres. Creo que es porque a los chicos buenos no les enseñan a besar.
-¿Qué tan complicado puede ser?
-Típico de los hombres. Dijo ella mientras me torcía los ojos-
Me acercó a sus labios y me dio un beso, creo que duré como 5 minutos. Sentía como el labial me había quedado algo embarrado. Ella me lo limpió y me vio mientras sonreía.
-¿Y qué tal? Me preguntó.
-Muy rico. Dije yo, entonces dije: ¿Entonces ya soy un chico bueno que besa bien?
-Uy no, ya te vas a creer mucho por un simple pico.
-¿Cómo así que pico?
Ella se subió encima de mí mientras dejó caer su rostro sobre el mío, colocó su mano detrás de mi cabeza para acercarla a la de ella mientras con una pasión de la que pensé no sería capaz procedió a meter su lengua en mi boca, me dejé llevar casi instintivamente como si mi cuerpo ya no me perteneciera, enseguida dejé que mi lengua sea saboreada mientras con movimientos rítmicos no dejaba de juntar mis labios con los de ella, de alguna manera la agarré del cabello y ella rompió el beso.
-Ey qué te pasa. Me dijo ella. No estás tratando con una puta, soy tu madre, me debes respeto y ternura.
Me bajó los pantalones y se arrodilló delante de mí empezó a nalguearme a manera de broma y mi pene que ya de por sí estaba muy duro, empezó a palpitar. Con una mirada cómplice se llevó mi miembro a su boca mientras no dejaba de verme a los ojos. No pude sostener más la mirada mientras sentía que mi alma me abandonaba, todos los nervios de mi pene se veían muy estimulados por su boquita traviesa, su cálida boca y lengua abrazaban mi glande mientras ella con su cabeza hacía movimientos hacia adelante y atrás. Mi instinto me volvía a traicionar y quise agarrarla de la cabeza para acelerar el movimiento. Ella me detuvo con un golpe a mis manos y me dijo- No, déjame a mí.
Toda la saliva que se había acumulado en su boca la dejó salir sobre todo mi miembro. Se puso de pie y empezó a masturbarme de una manera muy acelerada. Me mordió un poco un pezón y yo sentí como algo de semen empezaba a salir desde lo más profundo de mi ser. Se notaba que le gustaba sentirse en control. Empezaba a gemir al sentir que ya se venía el mejor orgasmo de mi vida, ella apagó mis gemidos con otro beso, el más obsceno de la velada, justo antes había mamado mi verga, pero eso no me importó, mi cuerpo le pertenecía completamente a ella. No habrían pasado más de 10 segundos en todo esto que les cuento y fue cuando me vine con mucha fuerza. La Leche cayó por todo el lugar y ella se empezó a reír.
-Ay muchachito tú tienes de malo lo que yo de buena, limpia ese desorden y vete a dormir. A menos que no quieras dormir ….
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